Mitos y realidades del manejo nutricional en uva de mesa
Humberto Mendoza, director de Uvanova, adelantó a Revista MundoAgro este tema que abordará en el seminario “Plantación Moderna de Uva de Mesa”.
El exceso de nitrógeno total y amoniacal, junto con la falta de magnesio, es la principal falencia nutricional en uva de mesa, según el nuevo director asesor de Uvanova, Humberto Mendoza, experto en esta materia que el próximo 22 de septiembre en el seminario “Plantación Moderna de Uva De Mesa”, abordará los mitos y realidades sobre el manejo nutricional en uva de mesa.
Parte de su visión y diagnóstico sobre el tema, la abordó en la edición de agosto de Revista MundoAgro, uno de los medios oficiales del primer seminario anual de Uvanova que se llevará a cabo en CasaPiedra y cuyo programa detallado se puede revisar acá.
“Gran parte de nuestros problemas de condición ha sido debido, en lo que respecta a nutrición, al exceso de nitrógeno amoniacal en nuestras uvas, en combinación con bajos contenidos de magnesio”, adelantó Mendoza en la entrevista.
¿Cuáles son las herramientas básicas a considerar para la toma de decisiones en fertilización?
En lo relativo a disponibilidad y aporte de nutrientes, es muy importante tener claro el aporte del agua de riego y el suelo para lo que el análisis químico del agua y del suelo es una herramienta muy útil. Por otro lado, en lo relativo a la demanda de nutrientes, el rendimiento esperado es un factor determinante del requerimiento, y un último factor adicional es si el parronal está sobre portainjerto o es franco. Con todo lo anterior podemos establecer, con bastante precisión, la demanda neta de nutrientes la cual, finalmente, ajustamos de acuerdo a la eficiencia de uso de cada uno de los nutrientes en el sistema de fertirriego.
¿En qué hemos fallado para lograr un producto óptimo?
Siempre hemos sostenido que nuestra fruticultura ha sido “adicta” al nitrógeno, se caía en el exceso. A lo anterior se sumó el hecho de que, hasta hace unos pocos años, no tomábamos en cuenta el aporte de nitrógeno de las aguas de riego que, en el caso de la cuenca de Santiago y también en la Región de O’Higgins, suele ser muy alto. Gran parte de nuestros problemas de condición ha sido debido, en lo que respecta a nutrición, al exceso de nitrógeno amoniacal en nuestras uvas, en combinación con bajos contenidos de magnesio. Lo anterior, la falta de magnesio, es otra característica endémica de nuestras aguas de riego ya que, prácticamente desde el Valle de Copiapó hasta El Maule, las aguas tanto superficiales como subterráneas, tienen niveles de calcio entre dos a cuatro veces más altos que el magnesio, lo que dificulta la absorción de este último por las raíces.
Los bajos contenidos de magnesio en nuestras aguas, y por ende en nuestros suelos, afectan en mayor medida a las variedades Thompson Seedless, Superior y Crimson Seedless. Si alguna de estas variedades la tenemos sobre patrones tales como Ramsey, Freedom o Harmony, el problema se hace más crítico y la presencia de fruta débil se evidencia, sobre todo si el parrón está con carga excesiva y con exceso de vigor.
¿Cuáles son a su parecer los elementos claves a considerar en producción de uvas?
Reitero lo anterior, en el sentido que debemos tomar verdaderamente en cuenta los aportes de nutrientes del agua y del suelo. Si integramos a lo anterior las cajas por hectáreas esperadas y la combinación variedad/portainjerto, tenemos todos los elementos para determinar el requerimiento de nutrientes que debemos aportar via fertirriego. Los “números duros” de esta ecuación han sido determinados por varios investigadores como Conradie en Sudáfrica, Nuzzo en Italia y, en nuestro país, Rafael Ruiz ha determinado en forma bastante precisa las extracciones de parronales de Thompson de distintos niveles de producción.
¿Cuáles son las principales falencias nutricionales en uvas?
Definitivamente el exceso de nitrógeno total y amoniacal, y la falta de magnesio. Lo anterior analizado en el producto final que son las bayas y los raquis. Desde el 2002 llevamos revisando todas las temporadas, una gran cantidad de análisis de bayas y raquis y la historia no cambia mucho. Quizás, para ser más precisos, el exceso de nitrógeno complica menos que hoy en día ya que los productores aprendieron, en terreno, que un parrón puede producir tres mil cajas con cero nitrógeno aportado o con 120-140 unidades por hectárea. El aporte de nitrógeno ya no es sí o sí, sino que dependerá del aporte de las aguas, del suelo, del portainjerto y de las reservas acumuladas por la parra, que cuantificamos analizando arginias en las raíces.